Hace
poco que apareció Curiosidad en mi vida.
Tiene
un nombre, innecesario. A mí me gusta más llamarlo Curiosidad.
Es la
mejor manera de describirlo.
Me
intriga y me frustra.
Porque
no sé si conozco mucho o no conozco nada.
Y me
frustra. Y me vuelve a intrigar.
Y así
hasta que me duermo.
Curiosidad es guapo. Depende de la luz.
O depende del día que tenga yo.
Me gusta reír con él.
Su cabeza tiene miles de recovecos y puertas cerradas.
Te vas a reír, pero quiero abrirlas.
Él también me llama Curiosidad. Lo sé.
No conozco su cabeza, pero sí sus ojos.
Sus ojos y los míos se conocen. Y quieren presentarnos.
Me gusta Curiosidad. No es que lo quiera.
Curiosidad no presume. Y podría.
No folla (mucho). Y podría.
No beb… Bueno.
A veces me sorprendo pensando en Curiosidad.
Aunque al final no es más que eso, curiosidad.